Danza

LA DANZA AFRICANA

La Danza Africana, tan antigua como la humanidad, ha permanecido invulnerable al paso del tiempo. Se hasabar enriquecido en su propia tierra, ha bebido de sus fuentes de tradición, ha inspirado a poetas, reyes y guerreros, ha servido como vía de comunicación y de unión entre pueblos, ha mantenido el vínculo entre la persona y lo trascendente y ha permitido manifestar el encuentro revelador entre el relato mítico y la expresión corporal de uno o muchos individuos.
El cuerpo humano, siendo un transporte de memorias, el recipiente vivo del alma, del espíritu y la esencia, ha sacrificado su personalidad y utilizado su forma para abandonarse a otras energías y manifestar la plenitud de la naturaleza, la experiencia y el drama de la vida y las vivencias y el sentimiento del ser.
El cuerpo es el recipiente, el velo, el instrumento, la máscara, pero también el vehículo de la revelación de la energía.
La Danza Africana es el testigo primigenio de este proceso. Evoluciona con el ser humano y llena de simbología todo movimiento y expresión del mismo.
El individuo danzante se deja invadir por la corriente… y la danza permanece a su lado, recreándose en cada inspiración. La columna vertebral es el eje del mundo; las piernas y brazos son el anclaje y el avance, la concreción y definición de los afectos; la respiración es el movimiento armónico y continuo; el latir del corazón es el ritmo, contenido en un plexo fogoso, que lucha, se abre y se contrae; y, el movimiento de la cabeza es la expresión, la liberación, la visión futurista, el encuentro…
La Danza Africana se expande y crea nuevas raíces. Ha superado el avance del tiempo y servido como transmisión cultural, sin literatura o historia escrita, sólo a través de la memoria y la entrega de sus cuidadores: griots y artistas. Llega hasta nosotros/as gracias a una apertura de espíritu, una necesidad de conectar con el equilibrio natural de nuestro pasado. Y continúa creciendo gracias al trabajo de bailarines/as, profesorado y coreógrafos/as de origen africano y de toda la diáspora africana que mantienen vivo este arte en el corazón de todos los participantes del proceso. Las barreras caen y los miedos, nacidos de las diferencias, se disuelven.
La verdadera danza, la danza pura, la danza original, la danza desmitificada, permite que las máscaras desaparezcan. La danza es libre y autónoma. (Tiérou, 2001).
La danza africana, ahora más que nunca, es un reto para africanos/as, europeos/as, asiáticos/as o americanos/as. Unos/as permiten que su tradición se vea enriquecida por nuevos estímulos y otros/as asumen movimientos libres, distintos, reveladores y emocionantes.
El reto, para unos/as y otros/as, es la decisión diaria de ir más allá, de vivenciar, de sentir, de expandir y de proclamar la expresión.

«La danza africana abrió un canal dentro de mí, la posibilidad de expresarme desde la alegría, la raíz y la pureza del movimiento. Un movimiento orgánico que surge y se extiende en el sustrato del ritmo y la música, llevado y guiado por ella. 

Es una danza que sale del pueblo, del grupo, de la unión y la explosión de las personas que pertenecen a algo común y que se expresan sin pudor, sin límites, apoyados y acompañados por todos los demás, impulsados por una pasión conjunta.

Es un camino de exploración de la generosidad de mi cuerpo, que me da excitantes formas de convertir mi energía en movimiento, que me da también la oportunidad de buscar en mí esas huellas africanas que me hacen vibrar y emocionarme cuando bailo. Emoción que surge de una historia individual unida al colectivo, de todas las vidas que haya podido vivir en África.

Cuando se danza desde el corazón, de forma verdadera, permitiéndose extraer del interior….no se puede ser un mero observador…..pronto estás unido al grupo. Y uno se ve, moviéndose con códigos ajenos culturalmente, pero que pertenecen a la historia del ser humano. Gestos que nunca aprendimos, pero que el cuerpo empieza a reconocer. Y, en algún momento de esta “borrachera energética” uno se siente dentro, compartiendo el espacio donde se creó esta magia. 

No puedo medir el momento, quizá instante eterno, en el que vivo la vida plenamente.
Impulso, fuerza interior, abandono y rendición a la música. 
Raíz, estar y percibirme, alegría de compartir, orgullo…
La danza africana no se engaña, no duda, no miente; es el instante con todas sus consecuencias. Sus movimientos, líricos y dinámicos, rítmicos y fluidos, nos conectan con los recursos profundos, con nuestra más profunda realidad…..sin máscaras».

El Reinado de la Danza Africana

DANZAS EN SENEGAL

DANZA BARAMBAYE (Sabar)

ETNIA Y ZONA GEOGRÁFICA
BARAMBAYE es una danza tradicional de la etnia Wolof, en Senegal. Esta etnia es muy amplia y su lengua, la más hablada del país. Los wolof representan el 45% de la población senegalesa; el resto, aún perteneciendo a otra etnia,
habla el wolof como segunda lengua. En Senegal, la lengua wolof presenta diversos dialectos como: Baol, Cayor,
Sonia Sampayo2
Dyolof, Lebu y Jander.

La mayoría de los wolof viven en el noroeste del país y en la capital, Dakar. Tienen fama entre los pueblos vecinos, particularmente las mujeres, de contar con una gran belleza natural. Sus elegantes vestidos y sofisticados peinados,
crean cada año diferentes modas tradicionales y modernas. Los wolof se dividían socialmente en tres clases: libres, esclavos y artesanos. Las personas libres se subdividen en nobles y campesinos. La clase de esclavos la componen los
descendientes de esclavos. Finalmente, los artesanos son considerados como la clase más baja. Este grupo incluye a herreros, obreros del cuero y músicos.

MOMENTO SOCIAL
La danza Bara-Mbaye es un baile tradicional senegalés. La capital de Senegal, Dakar, es reconocida por ser la puerta de África Occidental. Bara-Mbaye es la danza tradicional, que se realiza en los Ndeup (rituales mágicos y espirituales de sanación), Nguente (bautizos), Thietal (bodas), y los Tanneber (fiestas de luna llena, al aire libre). Bara-Mbaye posee, por supuesto, su propio ritmo, tocado con los instrumentos de Sabar. Su nombre más antigüo, anterior a Barambaye, es NGUEWEL. Es originario del ritual Bëkëtë, celebrado por los Lébou , para la protección del
bebé, en su octavo día de vida, el día que recibe su nombre (Nguente o bautizo). El griot o nguewel recita y canta lo siguiente: “Bëkëtë, bëkëtë-barambaye”, y se toca el ritmo barambaye. El tambor “dice” (toca): “Bëkëtë, bëkëtë” y la gente contesta: “Rapp wu aay, yalla na la tegge doom” (“Queda protegido de los espíritus diabólicos, de la lengua maligna y del ojo maligno”).
Actulmente, se ha convertido en una parte fundamental de cualquier repertorio de danza y en uno de los ritmos más populares.

Dentro de la etnia wolof, existen otros muchos ritmos y danzas, conocidos
como: Thiebudien, Dagagne, Gnary-gorong, Mbabass, Leumbeul…

INTENCIÓN Y ENERGÍA
La danza Bara-mbaye es similar a otras danzas que se bailan dentro de la cultura del Sabar, en cuanto a los movimientos del cuerpo. Comienza con una pequeña introducción o calentamiento, en el que el danzante se posiciona en el centro del círculo, frente a los músicos, y realiza movimientos de lado a lado con las piernas y el tronco posicionando la energía y haciendo dirigir la atención sobre él o ella. Sonia Sampayo

Cuando el ritmo lo muestra o cuando el danzante lo decide, comienza una sucesión de movimientos de saltos de un pie al otro, elevando las rodillas, flexionando las caderas y llevando el tronco hacia delante. Un brazo realiza movimientos circulares al aire, mientras la otra mano sujeta el paño o la falda. El movimiento de las piernas se asemeja a un pedaleo. Una pierna realiza ronds de jambes, en dehors y en dedans, cuando la otra reposa en el suelo y después se alternan.
La característica más especial de esta danza es el libre movimiento de las piernas dentro de la cadera y su singular revoloteo de brazos en el aire. El cuerpo genera continuos movimientos de rotación en todas sus articulaciones, mientras se eleva y cae con gran precisión dentro del tiempo musical.

La persona inmersa en esta danza (así como en otras del Sabar) crea un halo de energía circular alrededor de ella, dentro de la cual se mueve en un  continuo fluir. Eleva esta energía hacia el cielo, la expande hacia fuera y la dirige hacia el suelo, en un flujo constante interno-externo.

 Aunque es un grupo en el que muchas mujeres bailan,
ha sido Sonia Sampayo, la que ha abierto este apartado 
dedicado a las danzas en Senegal


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